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viernes, 26 de octubre de 2012

Cuentos Caminos Trotamundos

Todos los caminos tienen cuentos, y en todos los caminos se encuentran cuentos. Aquí os dejo un cuento ilustrado con montajes de fotografías en Photoshop. Espero que les agrade, les entretenga y aprendan algo de estos cuentos, porque todo cuento lleva oculto su mensaje.

Hasta la próxima.

EL MAESTRO DE OBRAS


Página nº 1 
Página nº 2
Página nº 3

viernes, 28 de septiembre de 2012

El Vigilante del Cementerio



Caminamos entre caminos arbolados que ofrecían una acogedora sombra entre las fragancias de las flores silvestres que crecían por el lugar, y que en ocasiones nos ocultaba el cielo y en otras nos lo mostraba, así como el caminar de las nubes en el cielo que, poco a poco, parecían querer encapotarlo, anunciando que muy lentamente, muy despacito, llegaría la tormenta, y con ella la lluvia que regaba aquellas verdes y fértiles tierras. Tau, como siempre, jugueteaba a lo lejos, persiguiendo a conejos y liebres, u olfateando rastros de los animales de la campiña y pequeños bosques que íbamos pasando.Caminábamos  en silencio. Cada uno con sus propios pensamientos y meditaciones. Los mios, no dejaban de dar vueltas a la pregunta que me hizo Jais el día anterior en el refugio de Villafranca. Pensaba en el cuento, y la intriga y curiosidad no se hizo esperar más. Rompiendo el silencio de nuestro caminar y pensamientos le comenté al profesor la historia que me contó Jais sobre el niño y los monjes y cómo seguía la historia de aquel niño que se hizo monje, y... ¿despúes....?


-….... Te veo muy interesado en la historia que te contó Jais del niño y los monjes franciscanos, pero antes de acabar de contarte esa historia déjame que...
    • Perdone que le interrumpa, profesor, pero es que si me cuenta otra historia distinta puede que le pierda el hilo. La verdad es que me tiene muy intrigado, y me gustaría preguntarle unas cosas sobre...
    • Perdona que te interrumpa yo, mi impaciente amigo Andoni. Antes de seguir con esa historia en al que tanto empeño pones en saberla completa, ¿por qué no pones el mismo ímpetu en contestarte a ti mismo? ¿Que niño eras o eres tú?
Como siempre, el profesor me dejaba desarbolado. ¿Viajaba por mi interior?, ¿o leía mis pensamientos?, ¿o acaso entre Jais y él me estaban gastando una broma? Por más que le daba vueltas no sabía ciertamente que pensar, pero una cosa era cierta ¿qué niño era o soy de los dos? Una pregunta que me tenía que contestar a mí mismo antes que todas las demás. No dándole más vueltas a la cabeza me dispuse a escuchar otra de las instructivas y misteriosas historias del profesor.
    • Sabía decisión. Un tal Pipo...eh, epido.... no...esto....
    • Edipo, profesor.
    • ¡El mismo!, dijo que Dios nos dio dos orejas y una boca, para escuchar dos veces y hablar una. ¿Sabes que una vez fui vigilante de un cementerio?
    • ¿De un cementerio? Esta si que es buena.
    • Sí, como lo oyes, de un cementerio. No debes de temer los cementerios. En ellos solo hay muertos, aparte del vigilante, claro, que esta vivo. Es a los vivos a quienes hay que temer, los muertos pasaron a mejor vida y ninguno vuelve, ¿o acaso conoces alguno que volviera? Ya veo que no. Te cuento, veras, serian las tres de la mañana en mi tranquilo cementerio cuando unas voces me despertaron de mi sueño. Eran unas voces de mujer, y en eso que apareció la dueña de esas voces. Decía cosas extrañas que, sinceramente, me ponían los pelos de punta por la forma en como las decía, al igual que si estuviera recitando antiguos ritos milenarios de culturas milenarias olvidadas en las noches de los tiempos.
    • Por sus ropas y aspecto, parecía una de esas santeras que realizan ritos y curaciones. Detrás de ella le seguían en fila india tres personas que caminaban en silencio. Se detuvieron en el claro que había enfrente de los soportales de la pequeña iglesia en la que dormía. La santera comenzó a realizar gestos extraños que acompañaba con gruñidos y pequeños aullidos, semejantes a los de los lobos. Hasta Tau le acompaño con sus aullidos como si estuvieran espantando a la misma muerte en un dúo de los más tenebroso. Sin embargo, la santera y sus acompañantes parecían no sentir nuestra presencia. Asustado, tranquilice a Tau en sus lastimosos aullidos y seguí observando en completo silencio. Cuando la santera pareció acabar sus ritos, dibujo en el oscuro suelo de cemento del centro del claro con tiza blanca, un rectángulo con un círculo en su centro. Con gestos indicó a sus acompañantes que se colocaran cada uno de ellos en una esquina del rectángulo que había dibujado en el suelo. Con la claridad de la luna, esa noche era noche de luna llena, pude ver mejor los rostros de los acompañantes. Una era una mujer de una belleza extraña y cautivadora, con una larga melena suelta, y negra azabache que destellaba con la luz de la luna. Unos de los hombres parecía ser un anciano entrado en años, de largas barbas y cabellos plateados, algo encorvado, pero que transmitía una extraña y sutil vitalidad para la edad que aparentaba. El otro parecía ser un muchacho de no más de la veintena de años, espigado, de rubios cabellos color oro y con el rostro totalmente desencajado, semejante a una caricatura, con esa mirada ida que diferencia a los taraos de los cuerdos. Sus movimientos estaban dominados por continuos tics nerviosos y toda una galería de gesticulaciones corporales de lo más variopintas. En ocasiones se reía. Se reía con una risa de loco que más parecía un endemoniado que alguien que esta en sus cabales. Yo no decía ni palabra, ni tampoco me atrevía a decir nada de nada. Solo miraba a aquellas personas sin comprender nada de lo que estaban haciendo.
    • La santera se colocó en la esquina que quedaba libre del rectángulo y extendió sus brazos en cruz, comenzando a musitar extraños ritos. Al poco, los otros también extendieron los brazos en cruz y se unieron a los ritos de la santera que recitaban todos a la par. Los ritos comenzaron a subir de tono, y pronto aquello se convirtió en un amasijo indescifrable de gritos, jadeos y escupitajos que lanzaban al círculo central del rectángulo cada vez que giraban sobre si mismos. Ante semejante espectáculo, mi primera intención fue salir de allí a toda pastilla, pero algo me retenía. Sentía que no había maldad, sino que esa misma maldad iba a ser eliminada...
    • Perdone profesor...- Interrumpí.- pero ¿cómo se puede sentir la maldad? Por lo que cuenta más bien parecían una panda de taraos a los que les gusta salir en las noches de luna llena e ir a los cementerios para explayarse en sus locuras.
    • ¡Ah! Eso mismo es lo que pensaría y diría un profano, pero no para quien “¡Sabe!” y “¡Siente” el verdadero significado de la maldad.
    • Creo que me he perdido.
    • En otro momento te explicare esa cuestiones. Ahora deja que continué contándote. Como te iba diciendo seguí en el lugar observando en completo silencio el transcurso de los acontecimientos. De pronto, todos se pararon a la vez, sincronizados. Si antes todos esos jadeos, gritos, escupitajos y ritos eran inquietantes, todavía lo era más el silencio que se impuso. Hasta las criaturas nocturna callaron. La santera, que vestía una raída capa a cuadros blancos y negros, y ropas rojas de gastado uso, señaló en silencio al muchacho que parecía estar tarado y le dijo:
    • “Camina hacia el centro del círculo y colócate en su centro” El muchacho se dirigió al centro del círculo caminando torpemente y riéndose. Su risa se asemejaba a una risa de placer, que aliñaba con gestos babeantes de igual guisa. Una vez en el centro del círculo la santera le ordenó con firmeza: “Vas a hacer exactamente lo que yo te diga” Al punto la santera comenzo a realizar una respiración sincronizada que acompañaba con guturales gemidos y largos aullidos. Y amigo Andoni lo que pasó después, si que me asustó de verdad.
El profesor calló, como si de repente su alma y pensamientos hubieran marchado a otro lugar. Caminaba como si su cuerpo estuviera vacío de todo pensamiento, sentimiento y alma.
En un principio me asuste. Llegué a pensar que al profesor se le había ido la pelota con aquella historia. Quise animarle a que continuara con la historia, pero no hizo falta. El profesor, con voz grave y clara retomó el relato:
    • La santera, pensado yo que ignoraba nuestra presencia, se giró hacía mí, y me clavó su mirada. Era una mirada potente, fría, de unos ojos muy claros que brillan intensivamente y que sentía como me calaba hasta las profundidades de mi alma. De pronto alzó una de sus manos y con gestos le indicó a Tau que se acercara a ella. Tau se irguió, adoptando una posición de ataque, gruñendo amenazadoramente. Al verlo así, en esa postura, con los pelos de su lomo erizados y amenazadora mirada, le llamé. No me hacia caso. Parecía no oírme. Quise retenerlo, pero cuando reaccione Tau ya se dirigía hacia la santera. Me temí lo peor y que aquello acabara en una desgracia. Ya conoces a Tau. Pero cual fue mi sorpresa al ver como Tau, a pesar de su amenazadora actitud, se acercó a la santera ý se dejó acariciar mansamente. Con un gesto le señaló la esquina que anteriormente ocupara el muchacho tarado, Tau, obedientemente, se dirigió hacia la esquina y se sentó en ella con sus cuartos traseros. Poco a poco comenzó a aullar. Aullaba como nunca antes lo había escuchado aullar. La santera, la bella mujer y el anciano comenzaron a aullar también, aparejando sus aullidos con los que lanzaba Tau a la luna llena. Y por encima de los aullidos se escucho perfectamente las ordenes que le daba la santera al muchacho del circulo:
    • “¡Escupe al sur!, ¡auuuuu!, ¡escupe al oeste!, ¡escupe al norte!, ¡escupe al este! ¡aaauuuu!
    • No se cuanto tiempo estuvieron de esa guisa. Si fueron segundos, minutos, horas... o tan solo un instante. Aullidos, ordenes, y el muchacho que cada vez que recibía una orden, escupía hacia el punto cardinal indicado, girando y girando sobre si mismo en el interior del círculo. Se reía, ahora lloraba, después aullaba, seguidamente gruñía como una bestia salida del Hades, volvía a llorar... Toda una sinfonía de gestos, gritos y aullidos que hacían estremecer las profundidades de mi ser. En la cumbre del éxtasis de aquel infernal rito, la voz de la santera trono por encima de aquel alboroto incomprensible de aullidos y lenguas que jamas escuché, como si fuera el mismísimo Dios de Los Truenos: “¡¡¡Escupe a los cuatro puntos cardinales, AHORA!!!
    • El muchacho rugió como una bestia a la que hieren de muerte y sabe que su fin está cerca, y entre espesos espumarajos blanquecinos que salían a borbotones de su boca, cayó de rodillas en el duro suelo de cemento. Quedó inmóvil, como si de repente se hubiera convertido en una estatua de piedra. Su gemidos poco a poco fueron reduciéndose hasta quedar completamente en silencio. Nadie hablaba, ni aullaba, ni decían nada de nada. Hasta Tau dejó de aullar. Nadie se movía, inclusive la leve brisa nocturna dejó de moverse. Y entre aquel espeso y tétrico ambiente, el muchacho levantó la cabeza mostrando su rostro a la claridad de la luna. Miró a la santera, como extrañado, y luego a la mujer y al anciano, a los que les sonrió. De sus ojos brotaban abundantes y silenciosas lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Anciano y mujer se dirigieron al muchacho, y los tres, de rodillas, se fundieron en un abrazo, sollozando de alegría. La santera los observaba en silencio, hasta que se levantaron, y ayudando al muchacho a incorporarse, partieron los tres, no sin antes dirigirles una mirada de profundo agradecimiento y respeto a la santera...
    • Perdone, profesor, con todos los respetos, pero estás es la historia más fantástica que nunca me contaron y de difícil credibilidad ¡ja, ja, ja!, ¡ejm!, disculpe pero es que no he podido remediarlo.- Interrumpí al profesor reprimiendome la risa, que se me hacia imposible retenerla, por no faltarle el respeto y se lo tomara a mal.
El profesor me miró, y con el semblante muy serio me dijo:
    • Aunque estas tierras son bellas y hermosas, de buenas gentes, también son tierras que albergan misterios y conocimientos olvidados por la ciencia de los hombres.
    • ¡Claro, claro!, pero es que más parece un cuento para asustar a los niños, que... bueno... digamos que algo real y que presenció cuando era vigilante del cementerio.
Le contesté respetuosamente entre risas que casi no podía impedir que fluyeran.
    • Pues no es un cuento para asustar niños, ni tampoco para que ignorantes como tú se mofen de ellas.
    • ¡Venga, profesor! No se enfade. Total si soy un ignorante que los dioses de estas tierras mágicas me fulminen con sus rayos.
Le dije al profesor entre risas y alzando los brazos al cielo simulando implorar a los dioses. De pronto un relámpago intenso, brillante, rasgo el cielo con sus recortada silueta, iluminando por un instante el ambiente con una luz blanquecina eléctrificada. Apenas se había difuminado el resplandor del relámpago cuando el trueno se dejo oír con tal estruendo que instintivamente realicé un cuerpo a tierra de los más ridículo, ocultándome la cabeza entre los brazos.
    • ¡Ostras! ¡Que no hablaba en serio, solo era una broma!
Fue lo único que pude decir casi sollozando lastimosamente.
El profesor me miró y soltó una risotada que intesificó todavía más mi sentido del ridículo.
    • ¡Ja, ja, ja, ja! ¡No seas asno, Andoni! ¿no te has fijado que el cielo se ha encapotado y que si no aligeramos el paso nos va a caer una que nos calará hasta los huesos?
    • ¡Sí, claro! Solo actuaba ¡je! De pequeño quería ser actor.
Le dije estúpidamente mientras me levantaba del suelo con el rostro colorado como la grana por la vergüenza. Me sacudí el polvo y la tierra que se me había pegado a las ropas me fui en pos del profesor que ya había alejado unos metros. Cuando llegué a su altura le pregunté:
    • ¿Y qué pasó después? ¿Quíen era esa santera? ¿Y el muchacho, que tenía? ¿Y por qué Tau reaccionó de esa...?
    • ¡Valla! Para ser un cuento que solo es para asustar a los niños, te interesas demasiado.
    • Bueno, vera... Perdone por burlarme de sus historias, pero es que suena tan irreal que es difícil de creer.
    • Es normal. Te gustaría saber que ocurrió después, ¿verdad?
    • Pues sí.
    • Solo te diré una de las cosas que me dijo, bueno dos: una, que todo aquel ritual que realizó la santera era para, y aunque te suene a cuentos chinos, para sacar del muchacho el espíritu de un muerto que lo atormentaba hasta la saciedad.
    • ¿Y la otra?
    • Que en uno de mis caminos encontraría a alguien al cual le gustaba ser mucho un “actor”, desde pequeño. Que casualidad, ¿no decías que desde pequeño querías ser actor? La verdad, dones y talento no te faltan. Ya me contaras algún día tus “interpretaciones”, ¡ja, ja, ja!
    • ¡¡¿........?!!

miércoles, 1 de agosto de 2012

Volver a Empezar



Estimados lectores de Trotamundos:
Un saludo desde la gélida ciudad de Burgos. Mi
nombre, mi nombre... De momento que más da,
solo saber que soy una persona como cualquier
otra persona, con sentimientos y emociones, que
sufre, llora, ríe, siente como cualquier ser mortal (o
casi todo ser mortal).
Durante unos artículos (o cartas) os iré contando el por qué del título
de mi historia y de mi vida.
Nací en una familia de clase media en Bilbao, aunque viví bastantes
años en Santander, y luego en Galicia, de cuyas estancias hablaré más
adelante.
El pequeño de 5 hermanos y el más mimado, como suele ocurrir con
los más pequeños. Fuimos creciendo, y como en toda familia, siempre
había alguna discusión o algún problema , pero siempre lo resolvíamos
y había respeto entre todos y buena comunicación.
Todo empezó cuando llegué a la juventud, viviendo ya en Santander.
Empezaron a llegar los problemas y discusiones conmigo y por mí. Empezaron
las mentiras, el esquivar preguntas, el no asistir a clase habitualmente,
el BEBER y ROBAR... Empecé a crear un mundo fantasioso,
donde quería aparentar lo que no era, a intentar ser más que otros
de cualquier forma, a intentar a ser el ombligo del mundo, a ser un yo
imaginario el cual se creía hasta sus propias mentiras. También empecé
con la bebida. Al principio de una forma “controlada”, pero poco a
poco, y sin darme cuenta, me fui metiendo más en ella. Por mucho que
me dijeran que me estaba pasando, no le daba importancia, y cada
vez me iba hundiendo más, me iba creando más y más problemas, tanto
en la bebida como en el robar.
El tiempo fue pasando, yo fui creciendo (más que yo, mí otro yo) y
todo se iba agravando. La mili fue un periodo casi inadvertido, aunque
influyente, porque el alcohol iba aumentado y los robos continuaban
sin remedio. Al acabar este periodo de pérdida de tiempo, realicé unos
estudios de informática y empezaron a salir algunos trabajos, no sin
tener problemas por mis irresponsabilidades. En septiembre de 1992,
murió mi padre, y en mayo del 1993, mi madre. Desde ese momento,
mi vida ya se fue totalmente al traste, fue el comienzo del fin de mi
hundimiento total...

sábado, 14 de julio de 2012

Volver a Empazar II


Estimados lestores de La Revista Trotamundos:

Un nuevo saludo desde Burgos:


    Como lo prometido es deuda, y las deudas se pagan, auí les sigo relatando algo más sobre mi vida.

    Como ya les dije, a raíz de la muerte de mis padres la cosa fue a peor; pasé de beber los fines de semana "bastante", y a diario moderadamente, a beber todos los días, y los fines de semana a lo bestia. se podría decir que fue una cosa continua.

    Cuando conseguía algún trabajo, entre semana bajaba el pistón, pero aún así lo seguía haciendo, y siempre perdía el trabajo por el tema del alcohol y de no hacer caso a nadie.
En mayo del año 1997 decidí emprender una "nueva vida", y marché de Santander sin rumbo fijo, a donde el destino me mandara. Y ese destino fue Galicia.

    Al principio iba de un lado para otro de Galicia, un poco trotamundos, para conocer una región que no conocía. Me fui buscando al vida como podía, pidiendo un poco aquó, otro poco allá... y me pagaba los gastos, tanto del alcohol, como del tabaco, pero no salía (o no quería salir) del problema en el que estaba metido, y que cada vez me metía más y más, hasta el cuello, dentro del fango.

    En marzo del ´98 ingresé en una orden religiosa de Vigo (no digo el nombre por respeto hacia ellos), y parecía que iba a ser, por fin, mi salida del fango en el que estaba metido. Pasaron los días, las semanas, y algunos meses, y parecía que el trotamundos bebedor se había estabilizado y ya no bebía. Estaba asentado cuidando personas mayores (uno de los trabajos que a mí m´s me gusta), e iba por la ciudad como una persona normal y corriente, que no se avergonzaba de su pasado, y feliz de estar en una fase de recuperación muy buena.

     Pero parece que todo lo bueno se acaba, o lo hacemos acabar, y, en abril del ´97, para ser más exacto el día de Jueves Santo, hice mís maletas y me marché.
Los primeros días fueron bastante bien. Pensaba que ya lo había superado, que todo había pasado, pero estaba totalmente equivocado:
¡RECAÍ!.....

Volver a Empezar III


Después de esta aclaración les continúo contando más cosas.
La recaída fue bastante dura, aunque sin llegar al principio del estado en el que me encontraba anteriormente de mi mini recuperación, si era beber bastante e ir dando tumbos de un lado para otro, de ciudad en ciudad, sin
rumbo fijo ni ideas claras.
Así marché durante casi un año hasta que recalé en La Coruña, en otra comunidad como la que estuve en Vigo (eso fue en marzo del año 2000). Aquí también pasaron días, semanas y meses (un poco
más de un año), y las cosas marchaban bastante bien, no bebía, llevaba una vida tranquila y me didicaba a al mundo que más me gusta: cuidar personas mayores. Pero como siempre las cosas buenas las hacemos acabar y marché en marzo de 2001 a seguir dando tumbos por toda Galicia. Fui encontrando
trabajos temporales, de todo un poco, en Ferrol, Coruña, Ourense, Santiago de Compostela... pero nunca acababa de asentarme en un lugar fijo. Fue en esta última ciudad, Santiago, donde en el año 2009 más o menos, me asenté durante algo más de un año.5
Encontré un pequeño trabajo con
una familia gitana vendiendo en los mercadillos, y encontré la que yo pensaba que podía ser mi pareja, pero me equivoqué, me arruinó bastante la vida, aunque la familia gitana me ayudó bastante y una persona a la que yo le debo muchísimo, ya que fue la que me dió el empujón definitivo para estar donde estoy ahora (ya contaré quién es y lo que me ayudó).
Como iba diciendo, la cosa me iba bastante bien, con el matrimonio gitano estuve casi un año, desde abril del 2010 hasta principios del 2011, de mercadillo en mercadillo e iba viviendo.
Pero a raíz de la ruptura con la chavala esta, fui poco a poco otra vez recayendo hasta que, otra vez, volví a caer en el pozo sin fondo.
A raíz de esta recaida la persona que he mencionado antes "entró" en mi vida como una "exhalación", como alguien que no la esperas, pero que está en el lugar oportuno, y en el momento adecuado para ser un bastón de apoyo para darte los ánimos necesarios y la
confianza oportuna para no llegar hasta el fondo del pozo.
De momento no puedo decir quién es sin su permiso por decoro a
sus persona y trabajo. Tuvimos cantidad de charlas, momentos de risas, momentos de llorar juntos, pero lo que más me animó y ayudo a estar en donde estoy...
CONTINUARÁ.

martes, 12 de junio de 2012

Historias del Pirata

"...En estos caminos siempre encontraré una fuente que me dará de beber cuando este sediento, un árbol que con su sombra me cobijará del inclemente sol que a medio día requema los pensamientos más profundos una y otra vez, un río, una laguna, donde refrescar el espiritu en aguas cristalinas, puras y frescas... y al final de estos caminos una dulce mesonera me espera. Espera a este lisonjero pirata con mil historias que contar..."

"...Las sendas de las piedras siempre me han enseñado los caminos que tengo que recorrer."
Apuntes del Escribano

- ¡Soy leyenda! Son mís cuentos. Escribe sobre mí, seré inmortal.
Solia decir en los preludios de sus cuentos, historias y caminos aquel lisonjero pirata cuando reunia suficiente gente a su alrededor a la que contar sus cuentos, historias y caminos, y que en ocasiones el auditorio agradaba de escuchar semejantes cuentos, historias y caminos en las noches de invierno al calido amor de un hogar en la taberna del puerto, junto con unas buenas pintas de rón caliente.
- ¡Tú!, tienes el poder, ¡Yo!, sería el protagonista, ¡Tú!, el escritor. Escribe sobre mí.
Decia siempre a su escribano, fiel testigo de sus aventuras. Porque aquel lisonjero pirata queria escribir un libro, solo que tenía un pequeño contratiempo: a duras penas sabía escribir y leer, aunque no por ello dejaba de ser astuto e inteligente. En su oficio, pirata, eran dos cosas vitales que salvan la vida.
- Toma esta idea y viaja con ella. Mira, observa y aprende que todos los caminos tienen encrucijadas y en las piedras están las respuestas.
Encandilaba a su escribano a que su pluma dibujara sus palabras en los pergaminos con su tinta mágica. Su escribano era fenomenal para eso, y nunca se arrepintió de haberle perdonado la vida. Después de todo, tuvó mucha suerte. Asaltando un barco en los Mares del Sur, después de una lucha ferrea a muerte, consiguieron tomarlo. Hicieron muy pocos prisioneros, apenas una docena. El Pirata, frente a ellos, preguntó si alguien sabía escribir cuentos. Solo uno le respondió, el escribano. Le perdonaba la vida si escribia para él sus cuentos, historias y caminos. Le ofreció. El escribano le impuso una condición: que el resto de sus compañeros fueron librados con vida. El Pirata, pillo y astuto, le impuso la suya: escribiría el cuanto que le contase el pirata, con la libertad de adornar, cambiar, introducir sus propias palabras en la historia, pero sin perder la esencia de la misma, ni sobrecargarla, ni censurarla. Si lograba impresionarle cumpliria el trato, sino moririan todos, incluido el escribano. Aceptó, y bajo juramento pirata comenzó uno a contar, y el otro a escribir. Finalizada la historia y la escritura, el pirata leyó lo que había escrito el escribano. Tal fué su sorpresa y admiración de encontrar por fin a alguien que sabe escribir cuentos que, sin dudarlo, cumplió su trato:
- Ya tengo un escribano que escriba mis historias para cuando me jubile, si antes no me han colgado del palo mayor de una nave por pirata, ¡JE, JE JE!.- Le dijo al escribano.
Si, tuvo suerte. Y pronto llegó la hora de la jubilación del pirata, pero esto, es otra historia.
- Soy una leyenda, aunque la gente se ría de mí, y los pocos dejaron de hacerlo por sus restos. ¡Sí!, lo sé. Puede que sea algo borde, muchos me lo dicen y me lo dijeron, también muchos de estos ya no lo diran, pero eso no me quita que pueda entrar en los caminos de las historias de los cuentos que suelo contar.
- ¡Mirenme! Vivo en un cuento, vivo del cuento, soy un cuento ¡Ja! Seré una leyenda y en los cuentos me encontrareís, en los cuentos nos encontraremos. Contando mentiras, historias de mentira y viviendo la vida. Así vivo ¿acaso lo dudan?
Siempre desafiaba a los presentes. Les azuzaba, para darle más salsa a la historia, eso decía, pero esto es, también otra historia...

lunes, 21 de mayo de 2012

LA TENTACIÓN DE LOS CAMINOS DE PIEDRA.


Cuentan los antiguos viajeros y trotamundos que cuando recorrian los caminos en sus muchos viajes por los distintos mundos y lugares de este mundo, y quiza también del mundo de los sueños, que en ellos encontraron a unos hombres que eran de piedra. Se decia de ellos que nada les hacía doblegar o sucumbir. Fuertes, duros, fríos... como las piedras, con el corazón de piedra, con los sentimientos helados, fríos, indiferentes ante lo que pudieran ver o sentir... eso al menos se decia de ellos, pero cuando estos mismos hombres jugaron a ser dioses, cuando pensaban, que con su condición de Hombres de Piedra, podian vencer  toda tentación que pudiera salirles al paso en su camino... descubrieron que algo que latía en su interior no era de piedra, si no de carne. Pero la carne es debil, y debajo de las corazas de piedras de esos hombres, todavía latía un corazón de carne que, con sus alocados latidos sensibilizados por la visión, y añoranza de la carne, hacían caminar y fluir sangre caliente por los oscuros rincones de los deseos, de las privaciones, de los recuerdos... y que la frialdad y dureza de las piedras, todavía no había logrado enfriar ni endurecer. Los Hombres de Piedra descubrieron que sus corazones eran de carne, y en uno de sus viajes la tentación rompió sus corazas de piedra. Los pensamientos de la carne invadieron sus sentidos, y los recuerdos fríos de las piedras, eran sustituidos por los calientes y olvidados recuerdos de la carne.
- Tendremos que viajar más. No fueron suficientes los caminos de este mundo, ni todos los trotamundos que conocimos, para saber vencer estas tentaciones, aunque esta es demasiado hermosa como para ignorarla....
Rumiaban sus pensamientos entre gravas pedregosas de recuerdos, y la calidez de recuerdos carnales olvidados hace mucho ya...